Me he parado a pensar en las horas que paso en el metro de Madrid. Últimamente muchas, quizás demasiadas. Llevo 4 meses pasando 2 horas al día en el subterráneo: 4 meses, a 22 días laborables hacen un total de 176 horas, o lo que es lo mismo, 7'3 días.
Lo que para mucha gente es una pérdida de tiempo, para mi es una ganancia en conocimiento. Ni siquiera leo en el metro, me limito a observar: comportamientos, conversaciones, formas de vestir... Hay gente a la que parece que ya conozco, como ese padre que acompaña a su hija al colegio y que no puede parar de mirarla y sonreir. O ese hombre que se sienta en un banco a leer el periódico y deja pasar el tren si el que pasa va muy lleno.
De toda esta gente he aprendido mucho sin que ellos lo sepan. Pero ha llegado el momento de contarle al mundo lo que sucede en un vagón sin que nadie se percate. Sucesos fugaces e inapreciables para algunos, pero emocionantes e inspiradores para mí.
Aquí comienza Un Metro de Inspiración.
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