Hoy empieza el verano, aunque hace ya un mes que nos pusimos los zapatos sin calcetines, y un par de semanas que desenpolvamos las sandalias. Sí, hoy empieza el verano, aunque mañana no vaya a la piscina ni tenga esas ansiadas vacaciones.
Pero es igual, alguien dijo que hoy era el sosticio de verano, y las noticias tienen cubierta media hora con esta esperada y cotidiana novedad.
Son muchas las señales que nos avisan de la llegada de esta nueva estación: las coletas improvisadas, las tiritas en los pies, las rojeces (que no rubores)...Es momento de afrontar la blanca secuela del invierno y enseñar esas piernas que tanto tiempo llevan a la sombra.
Y cómo no, el verano no sólo ha llegado al Corte Inglés, sino que también ha llegado al metro de Madrid: hace tiempo que se sufren los sudores mañaneros y que el plano de metro cubre la segunda función de abanicar acaloradas señoras. Supongo que esto también es veranear, o por lo menos la parte de veranear que este año conoceré...
¿A dónde va la primavera cuando llega el verano? Yo me voy para allá...
martes, 21 de junio de 2011
martes, 7 de junio de 2011
Tic, tac...
Son las 9:30, y según mi reloj llego 10 minutos tarde al trabajo. Pero según el reloj de la señora sentada a mi lado, nadie me echará en cara llegar tarde, e incluso puede que sea la primera en preparar café en la oficina. Según el móvil del chico que va a mi izquierda también llegaré a mi hora.
Me he dado cuenta que el tiempo y yo tenemos una relación un tanto extraña… Y creo que la razón de tan peculiar vínculo es mi necesidad de sentir que soy yo la que tiene el control, cuando por todos es sabido que el tiempo no se puede controlar, simplemente pasa y no puedes hacer nada para evitarlo.
Pero en mi afán por controlar este anárquico elemento he desarrollado una serie de costumbres que me permiten sentir este pequeño y ficticio poder:.
Por ejemplo, mi reloj va siempre 10 minutos adelantado. Y yo lo sé. Sé que la hora que marca mi reloj es errónea, y calculo automáticamente la hora real, por lo que podríamos decir que este “adelantamiento” no quita ni suma puntos a mi carnet de puntualidad. Pero me hace sentir segura, soy yo la que va por delante del tiempo, soy una especie de viajera al futuro, aunque sólo vaya 10 minutos por delante.
Otra de mis artimañas en mi afán por controlar el tiempo se produce por la mañana, cuando mi despertador suena 1 hora antes de lo debido. Pasa lo mismo, yo sé que no es la hora, pero necesito un aviso. Así la verdadera hora de levantarme no me pillará con las defensas bajas. Cierto es que aquí se mezcla un toque de pereza y la frase que muchos habremos dicho “todavía puedo dormir un rato más”. Pero en mi caso, creo que todo está relacionado con ese afán por controlarlo todo.
Querido tiempo, conmigo lo vas a tener complicado. Pasa, pasa… que yo te saco ventaja.
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